En Luces de
bohemia aparecen más de 50 personajes a los que Valle-Inclán califica de
“enanos o patizambos que juegan una tragedia”. La gran mayoría de los
personajes aparecen deformados; sólo se salvan el protagonista Max Estrella, el
obrero catalán, y la madre del niño muerto. En estos personajes se mezclan
algunos con su verdadero nombre (Rubén Darío), con otros camuflados (Don Gay
Peregrino) y algunos completamente inventados.
Entre todos
los personajes destacan dos:
Máximo Estrella es un personaje que
mezcla cobardía, vileza, egoísmo y grandeza. A pesar de ser el reflejo del
poeta ciego andaluz Alejandro Sawa, también tiene mucho de autobiográfico. A
través de Max, Valle critica la vida bohemia.
Max se caracteriza por una noble
grandeza, ensalzada por el hecho de ser un poeta ciego, al igual que Homero,
que puede “ver” aquello que los videntes no. Se observa en él una conciencia
crítica con las injusticias sociales y solidaridad con aquellos que las
padecen, aunque en algunos momentos actúe de forma egoísta y exista una
contradicción entre lo que piensa y lo que hace. Además, es despojado de su
dignidad a medida que avanza su vida, e incluso después de la muerte.
Don Latino es el personaje más
esperpéntico de toda la obra, deformado hasta la saciedad, dominado por la
inmoralidad, la adulación, el parasitismo y la estafa. En la obra se lo
presenta como el perro lazarillo de Alejandro Sawa (Max, de hecho, llama a Don
Latino “mi perro” en algunas ocasiones y éste actual como tal). Valga como
ejemplo cuando trata de mediar entre Max y el librero como si fuese un perro
cobarde que ladra entre las piernas del dueño. Don Latino es, en suma, la mala
compañía inevitable que se aprovecha de un gran artista.
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