El término
“Realismo Mágico” surgió entre 1920 y 1930 para definir el estilo de los
pintores germanos de la postguerra. En el ámbito de la literatura, es un género
que combina elementos fantásticos y fabulosos con el mundo real, sin que exista
una clara frontera entre ambos, mezclándolos, haciendo pasar lo asombroso por
real y lo real por asombroso.
A partir de
mediados del siglo pasado, la narrativa latinoamericana alza la vista más allá
del regionalismo naturalista, avistando revoluciones culturales y políticas
que, combinadas con el vanguardismo europeo, el psicoanálisis y la preocupación
existencial, constituyen el caldo de cultivo ideal para el crecimiento del
Realismo Mágico en Latinoamérica.
Este modo de
ver y contar la realidad, se hace especialmente patente en la primera parte de La casa de los espíritus, aunque lo
fantástico sirve principalmente para remarcar la importancia de lo real.
Allende afirma que su novela valora por igual lo subjetivo y lo objetivo, el
sueño y la vigilia. Su continente, donde ocurren hechos extraordinarios todos
los días, es fuente de un material valiosísimo para un escritor de Realismo
Mágico, que sin embargo, alerta, no se debe confundir con el exotismo
americano.
En La casa de los espíritus magia y
realidad se fusionan, lo inexplicable se vuelve cotidiano, lo mágico es
descrito de forma realista, abundan los sueños premonitorios y tanto vivos como
muertos conviven en un mismo nivel. Clara, el personaje más fantástico y
espiritual, enmudece al ver la autopsia de su hermana, y desde ese momento,
adquiere la costumbre de escribir en sus cuadernos de anotar vida, en los que
mezcla pasado, presente y futuro.
Según la
autora, no son más que elementos imaginarios que exaltan la realidad. Este
libro, se transformó en uno de los principales exponentes del Realismo Mágico
inaugurado por García Márquez con Cien
años de soledad.
303 palabras
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