viernes, 10 de junio de 2016

PAU HISTORIA DE ESPAÑA - Etapas económicas de España durante el Franquismo

“Pacificada” España el franquismo adoptó una política económica basada en la autarquía a imitación al fascismo italiano. Para ello se fomentó el aislamiento del exterior y la intervención del Estado justificándose con un discurso fascista y patriótico.

En líneas generales, la autarquía se caracterizó por los siguientes aspectos. En primer lugar, se procedió a la reglamentación del comercio exterior: las importaciones y las exportaciones pasaron a estar completamente controladas por el Estado, con la consiguiente reducción de volumen, que quedó reducido a los productos imprescindibles (petróleo, por ejemplo). Se produjo un desabastecimiento de bienes de consumo, materias primas y energía eléctrica, por lo que la producción industria disminuyó.

En segundo lugar, se fomentó la industria de interés estratégico para asegurar la independencia militar y política. Se crearon empresas públicas, se nacionalizaron los sectores considerados indispensables (como la red ferroviaria que pasó a ser propiedad de RENFE), y se promovieron con abundante dinero público las empresas de bienes de equipo, lo que provocó una gran inflación. Si había algún tipo de producción considerada necesaria que el sector privado no podía fabricar por falta de rentabilidad, el Estado creaba una empresa que asumiese la producción. Con el fin de promover esta política se creó el Instituto Nacional de Industria (1941).

En tercer lugar, se reguló la producción agrícola, la comercialización, los precios e incluso el consumo de la mayoría de los productos, pero los bajos precios oficiales provocaron una caída de la producción, y la productividad por hectárea disminuyó notablemente. Como resultado se produjo un desabastecimiento general y la implantación del racionamiento. Los agricultores, antes que vender sus productos a precios ridículos, preferían esconderlos y comerciar con ellos en el mercado negro.

Este sistema tuvo como resultado un estancamiento de la economía y el nivel de vida de los españoles disminuyó considerablemente. La vida se hizo 5 veces más cara y el hambre y la carencia de viviendas dignas se generalizó. En las grandes ciudades proliferó el chabolismo, y el fenómeno de los realquilados, así como el uso de cuevas como viviendas. Enfermedades como la tuberculosis se propagaron de nuevo, la tasa de mortalidad (incluida la infantil) se disparó, el crecimiento vegetativo descendió al 0,9% y la esperanza de vida se situó en 47 años para los hombres y 53 para las mujeres.

En 1957, Franco se vio presionado a cambiar de gobierno, y este, así como los sucesivos, protagonizaron un profundo giro en la economía, abandonando el falangismo e iniciando una etapa protagonizada por los tecnócratas. Se consideró que el crecimiento económico sería la principal garantía de estabilidad social (craso error). El objetivo era racionalizar la gestión ineficiente del Estado sin cuestionar para nada la dictadura.

La primera medida correctora consistió en un Plan de Estabilización (1959), cuyo objetivo era poner fin al intervencionismo estatal y suprimir los obstáculos a la liberalización. Para ello se elevaron los tipos de interés, se congelaron los salarios y se procedió a una reforma fiscal, se eliminaron los organismos interventores y la reglamentación de los precios, y se anunció la convertibilidad de la peseta así como su devaluación para facilitar los intercambios. A cambio se concedieron ayudas internacionales.

En la década de 1960 se añadieron una serie de Planes de Desarrollo Económico y Social cuatrienales, supervisados por la comisión encabezada por López Rodó. Se pretendía llevar a cabo una planificación indicativa, programando la actividad del sector público y asesorando al privado.

Esta política, en general, fue un fracaso; en gran medida porque perseguía los intereses inmediatos de unos pocos. No obstante se dotó a España de infraestructuras básicas y materias primas que promoverían un acelerado crecimiento industrial. El éxodo rural comportó una crisis de la agricultura tradicional y se produjo un considerable avance del sector servicios, pues España se convirtió en un destino predilecto para turistas por su exotismo y los bajos precios.


De todos modos, la economía española seguía teniendo grandes limitaciones: el campo quedó abandonado y con él su población, que no podía ser absorbia totalmente por la industria. Además, la dependencia de la tecnología y las inversiones extranjeras, la debilidad del sistema financiero y la falta de habilidad del gobierno comportaron que no se diese la adecuada continuidad al crecimiento. Todas estas deficiencias se pondrían de manifiesto con la crisis económica de 1973.

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