viernes, 10 de junio de 2016

PAU HISTORIA DE ESPAÑA - La represión durante el Franquismo y los aspectos sociales de la dictadura

Tras el alzamiento del 17 de julio en Melilla, la revolución triunfó en algunas zonas del territorio español. Allí donde esto sucedió, se recurrió inmediatamente a la represión contra aquellos que defendían ideas contrarias. En ningún momento se llevó a cabo un mínimo intento de reconciliación con los vencidos, sino que siempre se pretendió someterlos y destruirlos sin ninguna consideración. Tildados de enemigos de España, los republicanos fueron víctimas de detenciones, palizas públicas, fusilamientos, etc.

La victoria de los sublevados no supuso el fin de la represión, ni siquiera una atenuación, sino que esta pasó a estar institucionalizada. La justicia quedó supeditada al gobierno, de modo de que el poder judicial independiente desapareció prácticamente. También se aprobaron una serie de leyes como la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), que pretendía depurar a todo aquel que hubiese colaborado con la República, y la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería (1940) que permitía abrir expediente a los acusados de “defender ideas contrarias a la religión, la patria y sus instituciones fundamentales”.

Esta política represora fue ejecutada principalmente por el Ejército en los primeros años de la posguerra. La mayoría de las causas eran juzgadas por tribunales militares en Consejos de Guerra ante los cuales los acusados no tenían posibilidad de defensa. En 1963, esta potestad para juzgar los delitos políticos pasó al recién creado Tribunal de Orden Público (TOP), de carácter civil.

En lo que a cifras se refiere, se calcula que unas 150000 personas fueron ejecutivas por el franquismo por razones políticas, de las cuales 50000 durante la posguerra, y que el número de presos en España hacia 1940 ascendía a 280000, de los cuales 23000 eran mujeres. El elevado número de reclusos comportó la saturación de las cárceles y el establecimiento de campos de concentración para albergar a los condenados. A pesar de esto, la saturación era un hecho y el hacinamiento, junto con las malas condiciones higiénicas y alimentarias dispararon la mortalidad entre los presos. Buena parte fueron enviados a los Batallones de Trabajadores o integrados en los Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, ambos destinados a la realización de obras públicas y el trabajo en explotaciones mineras o edificios públicos.

También se llevó a cabo una confiscación y expolio del patrimonio de las personas afines a la causa republicana y de las organizaciones vinculadas a ella, así como la expulsión de estas personas de su puesto de trabajo.

En las zonas donde existían sentimientos nacionalistas, se procedió a marginar por ley todo uso de las lenguas vernáculas y se persiguió a todo aquél que defendiese ideas contrarias a la inquebrantable unidad de España.

La represión y la imposición de los valores morales comportaron profundos cambios en la sociedad. Las formas de comportamiento pasaron a basarse en la más estricta moral cristiana: las ceremonias que marcaban la vida tenían carácter religioso, el matrimonio civil y el divorcio fueron prohibidos y se penalizaba el aborto, y se propagó una obsesión enfermiza por vigilar y condenar toda actitud que pudiera derivar en “pecaminosas intenciones”.

Asimismo, se instauró una rígida censura sobre los medios de comunicación, y todas las actividades culturales, sociales y lúdicas para evitar toda exposición de ideales contrarios a los del Movimiento. En la familia se impuso el modelo patriarcal y se consumó el completo sometimiento de la mujer al hombre retornando al Código Civil de 1889 que consagraba la inferioridad jurídica de la mujer, educada para el matrimonio y la familia. La educación se convirtió en un medio de adoctrinamiento, quedando casi totalmente en manos de la Iglesia. Se prohibió la enseñanza mixta y la religión y la Formación del Espíritu Nacional se convirtieron en asignaturas obligatorias.


 En definitiva, el franquismo utilizó todos los medios de los que dispuso, sin escrúpulo alguno, para que la sociedad española, en su totalidad, se transformase en la sociedad que ellos deseaban, sin tolerar ningún pensamiento contrario y retornando a valores morales enormemente atrasados si se comparan con los que comenzaban a extenderse en Europa y Estados Unidos.

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