miércoles, 29 de junio de 2016

PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 2.3 La vida y la muerte en la poesía de Miguel Hernández

Miguel Hernández, en Cancionero y romancero de ausencias, sintetizaba la existencia de la siguientes manera: “Llegó con tres heridas:/ la del amor,/ la de la muerte,/ la de la vida”. Su obra recoge todas las etapas de la vida, desde los balbuceos hasta el choque con la muerte que acecha, pasando por el despertar de la sexualidad y la lucha por los ideales.

Poéticamente, vida y muerte se aúnan en dos sentidos: uno existencialista (por ejemplo, “el hombre es un ser nacido para morir”), y otro en el sentido solidario de muerte-semilla (“El herido”). Tras una primera etapa de canto entusiasta a la vida, la tragedia de su destino lleva al abrazo definitivo de vida y muerte en sus últimos poemas.

La mujer que proporciona vida, el vientre materno en el cual se funden vida y muerto, son motivos recurrentes en la obra hernandiana. Eros y thánatos van de la mano para perpetuar la especie humana. La vida de los humanos se entiende aquí como semilla germinadora de una nueva vida.

La visión de la muerte en el oriolano no nos lleva al nihilismo, ni a creencias en el más allá (salvo su etapa católica). Esta es vista como la prolongación del ser en la especie. El cementerio, los muertos y los esqueletos son símbolos de esa permanencia de la especie humana.

Dos símbolos representan el sentido trascendente y regenerador de la vida: los huesos y la lluvia. A lo largo de su vida poética, los huesos evolucionan a partir de la imagen de la muerte, pasando por ser los centros del impulso erótico (“Imagen de tu huella”), y simbolizar el empuje de los combatientes hasta llegar a la muerte de la etapa carcelaria.

La lluvia, comienza designando una realidad natural, en la etapa amorosa pasa a ser el amor, durante la guerra se utiliza en descripciones exaltadas del esfuerzo, y finalmente contribuye al florecer de la muerte (imagen anticipada en la Elegía a Ramón Sijé).


En conclusión, vida y muerte aparecen íntimamente ligados en la poesía hernandiana, de tal manera que una forma parte de la otra y viceversa, son dos conceptos indisolubles que acompañan a la existencia del ser humano.

362 palabras

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