miércoles, 29 de junio de 2016

PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 2.1 Temas poéticos de Miguel Hernández

La poesía del poeta oriolano Miguel Hernández, fruto de las influencias tradicionales (populares y cultas) y contemporáneas que recibió el poeta gira entorno a una serie de temas: naturaleza, amor, vida, muerte, amistad y exaltación social.

La infancia aldeana de Hernández determina su predilección por la naturaleza, presentada de modo hiperrealista en sus primeros poemas (“Contemplad”). En su tercera etapa, la tierra y las labores agrícolas sirven de marco para la reivindicación social. Finalmente, la naturaleza aparece en su etapa intimista como locus amoenus donde se entrelazan los enamorados (“El vals de los enamorados”).

El amor aparece desde dos perspectivas en su obra. Por un lado, el amor-dolor característico de El rayo que no cesa. Aquí es vivido como tortura y dolor, no por no ser correspondido, sino por no poder ser gozado sexualmente. Por otro lado, el amor-esperanza que domina en su etapa carcelaria, un amor a su mujer como esposa y como madre. Su hijo será visto como el germen de un futuro esperanzador que lo llevará al amor-alegría.

Vida y muerte aparecen unidas estrechamente. El poeta oriolano se siente cómodo hablando de la muerte, a la que entiende como una parte real de la vida, parte inexorable de la naturaleza del hombre. Buena prueba de esto son sus elegías a Gabriel Miró, García Lorca y la considerada como una de las mejores en lengua hispana: la elegía a Ramón Sijé. El tema de la muerte también está muy presente en El hombre que acecha (“Es sangre, no granizo”).

La amistad es un tema cercano al anterior y muy presente en la obra de Hernández, en la que encontramos poemas panegíricos y odas dirigidas a amigos, maestros y compañeros (como Neruda y Vicente Aleixandre).

Finalmente, la exaltación social se hace evidente en su poesía impura de ruptura con los valores religiosos y las trabas sociales de la aldea. De esta rebelión nace su vitalismo personal que lo empujará a las reivindicaciones sociales y a la lucha por los ideales.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 1.2 Trayectoria poética de Miguel Hernández: la evolución de su poesía

La producción del poeta oriolano Miguel Hernández Gilabert es corta en el tiempo (apenas abarca una docena de años: 1929-1941). Esta evoluciona hacia la creación de un mundo poético propio atravesando diferentes etapas creativas y vitales, que suelen dividirse en cuatro:

La etapa oriolana, abarca desde 1929 hasta 1934. En ella, el autor se fija en la naturaleza, que le inspira poemas de adolescencia plagados de sensualidad pagana, bucolismo estilizado y sensoriedad. Ante la necesidad de una disciplina formal se inspira en Góngora y su poesía pura, y entresaca su primer libro, Perito en lunas (1933), caracterizado por el desbordamiento de la imaginación, y las difíciles adivinanzas poéticas que en realidad versan sobre asuntos cotidianos.

En la segunda etapa (1934-1936) se incluyen dos nuevos libros. En 1936 publicará su obra maestra El rayo que no cesa, de estética neorromántica. El centro del libro es un amor trágico: sus ansias vitales, de goce erótico, chocan contra la rígida moral aldeana. Entre los sonetos amorosos se alza la espectacular “Elegía a Ramón Sijé”. En esta etapa se decanta hacia una poesía impura (el ciclo de “Sonreídme” y “Odas”), abandonando su visión católica inicial. Da comienzo su ímpetu social y hace uso de una mayor libertad expresiva.

Con el comienzo de la Guerra su poesía se pone al servicio de la lucha, adoptando un lenguaje más directo, al alcance de todos. En 1937 aparece Viento del pueblo de tono épico. Es una poesía que da protagonismo a lo colectivo y a los valores éticos, una poesía profética y optimista (p.e. el poema “Sudor”). Sin embargo, en El hombre acecha (1939), aparece el dolor por la Guerra, la derrota republicana es inminente y predomina el pesimismo (p.e. “El tren de los heridos”).


En la cárcel alcanzará su segunda cima poética con el Cancionero y romancero de ausencias en el que alcanza momentos de máxima desnudez. Es un diario de su vida, abocada a una fatídica extinción y sufriente de las ausencias, que constituye la definitiva rehumanización de su poesía (“Nanas de la cebolla”).

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 1.1. Tradición y vanguardia en la poesía de Miguel Hernández

El oriolano Miguel Hernández, se mostró abierto a todas las influencias literarias desde bien joven: la poesía tradicional en sus etapas más tempranas, los escritores clásicos durante su aprendizaje y también sus contemporáneos más afamados. De esta variada influencia, nace un estilo que lo conducirá a la creación de un mundo poético propio. Los reflejos de estas influencias en su obra son los siguientes:

En su primera etapa se siente influido el costumbrismo regionalista, al que añade sentimentalismo, intimismo y complejidad (“¡En mi barraquita!” [7] p.15). A esto se añade su identificación vital con la naturaleza, realista pero presentada desde la óptica mística de San Juan. El Rayo que no cesa (1936) es una reelaboración pagana y sensual de la poesía sanjuanesca, el petrarquismo de Garcilaso y el pesimismo de Quevedo. Garcilaso y su amor cortés influirán en su poesía amorosa de la preguerra, pero el poeta más alabado por Hernández será Góngora, de cuya influencia nacerá Perito en Lunas (1933), ejemplo de poesía ultrapurista. De los poetas románticos (Bécquer, Espronceda y Zorrilla) tomará su tono épico, revitalizado en Viento del pueblo (1937).

En cuanto a sus contemporáneos, su poema “Pastoril” es un ejemplo de imitación del modernismo de Rubén Darío. Sin embargo, a quien más admira por su fina sensibilidad, es a Juan Ramón Jiménez, cuya nostalgia es evidente en “Eternidad” y “Piedras Milagrosas”.


Respecto al vanguardismo, simplemente se acerca al surrealismo en algunas ocasiones, como Perito de Lunas, con cierto grado de irracionalidad surrealista, el poema “Guerra”, que recuerda a las sensaciones captadas por Picasso en el Guernica y la época de El rayo que no cesa, que es la etapa central de sus incursiones surrealistas (el poema “Sonreídme”). Con el estallido de la Guerra Civil, esta técnica carece ya de interés para Hernández, que la abandonará en favor de la poesía popular, de gran claridad expositiva. 

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PAU CASTELLANO LITERATURA (La casa de los espíritus): 3.2. Aspectos políticos y sociales reflejados en La casa de los espíritus

La casa de los espíritus narra la historia de los Trueba-Del Valle, una poderosa familia de terratenientes latinoamericanos, cuyo patriarca construirá de la nada un imperio privado que acabará por derrumbarse lentamente a medida que pasa el tiempo y la sociedad se alborota. Según la autora, esta familia pretende plasmar todos los rasgos de la América Latina.

Los Trueba son una  metáfora de la misma historia de Chile; su historia, se articula sobre los sucesos históricos de este país. En la primera parte de la novela, se plasman los rasgos sociales de Chile. La familia protagonista actúa como modelo de familia acomodada y entre sus vivencias se entretejen historias asombrosas. Por medio de Esteban Trueba y su vida, se plasman las distintas realidades sociales de nobles y pobres. Los segundos, los campesinos, viven en una terrible desorganización, pero aspiran a cambiar esas condiciones. Mientras, en la ciudad, existe una clara separación entre barrios ricos y barrios obreros, donde las ideas revolucionarias arraigan.

En la segunda parte, los sucesos históricos se imponen y  orquestan el devenir de los Trueba. La familia comienza a zozobrar a cause de muchísimos sucesos y desavenencias ideológicas que quedan plasmados en la obra: el malestar social, las elecciones, la llegada del presidente obrero, el golpe de Estado, la muerte del presidente y  la dictadura de Pinochet...


La censura, que abarcará todos los ámbitos de la vida, también se hace hueco en la caracterización de esta realidad política, que afectará incluso a la misma autora del relato que nos ocupa, exiliada a Caracas junto con su familia. Allí comenzó a escribir una carta a su abuelo que derivaría en esta novela, publicada en 1982, que entraría en Chile gracias al contrabando y haría estallar el fenómeno Allende.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (La casa de los espíritus): 3.1. Análisis de los protagonistas de La casa de los espíritus

La casa de los espíritus narra los acontecimientos que suceden en el seno de la familia Trueba-Del Valle. Es una novela feminocéntrica (nos encontramos ante cuatro generaciones de mujeres) aunque en el seno de una sociedad patriarcal. El simbolismo está presente en todos los elementos de la obra, incluidos los personajes. Los principales, los analizaremos a continuación.

         Clara es el principal personaje femenino de la obra. Simboliza la fantasía, la magia, el Más Allá, como indica su afición a la adivinación, la telequinesis y la comunicación con fantasmas. Es el nexo de unión entre los miembros de la familia a pesar de encontrarse siempre en un mundo distante.

        Esteban Trueba es el principal personaje masculino y simboliza el orgullo, la ambición y la ira. Tiene problemas para contener su apetito sexual, por lo que viola a muchas muchachas. En sus últimos años de vida, la relación con su nieta Alba apaciguará su carácter.

       Blanca, la hija de ambos, simboliza la pasión. Es por esto que durante toda su vida mantendrá una relación amorosa con Pedro Tercero García, que será incapaz de abandonar a pesar de las incontables dificultades.

       Pedro Tercero simboliza los ideales y durante toda su vida se dedicará a propagar las ideas de igualdad y derechos entre los trabajadores, primero en Las Tres Marías, y más tarde como cantante en la ciudad. Este personaje está inspirado en el cantante Víctor Jara.

        Alba, hija de Blanca y Pedro, simboliza la valentía. Según Clara, está bendecida por las estrellas. Se criará íntegramente en la Casa de la Esquina, por lo que establecerá estrechos lazos con el resto de miembros de su familia.

         Jaime y Nicolás, mellizos, son también hijos de Clara y Esteban. Simbolizan la intelectualidad y la locura o la insensatez, respectivamente.

     Aparte de estos, otros personajes como Severo y Nívea del Valle, la Nana, Rosa, Barrabás, Amanda, Miguel… sirven de apoyo, conformando el marco social de aquel Chile.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (La casa de los espíritus): 2.1 El "realismo mágico" y La casa de los espíritus

El término “Realismo Mágico” surgió entre 1920 y 1930 para definir el estilo de los pintores germanos de la postguerra. En el ámbito de la literatura, es un género que combina elementos fantásticos y fabulosos con el mundo real, sin que exista una clara frontera entre ambos, mezclándolos, haciendo pasar lo asombroso por real y lo real por asombroso.

A partir de mediados del siglo pasado, la narrativa latinoamericana alza la vista más allá del regionalismo naturalista, avistando revoluciones culturales y políticas que, combinadas con el vanguardismo europeo, el psicoanálisis y la preocupación existencial, constituyen el caldo de cultivo ideal para el crecimiento del Realismo Mágico en Latinoamérica.

Este modo de ver y contar la realidad, se hace especialmente patente en la primera parte de La casa de los espíritus, aunque lo fantástico sirve principalmente para remarcar la importancia de lo real. Allende afirma que su novela valora por igual lo subjetivo y lo objetivo, el sueño y la vigilia. Su continente, donde ocurren hechos extraordinarios todos los días, es fuente de un material valiosísimo para un escritor de Realismo Mágico, que sin embargo, alerta, no se debe confundir con el exotismo americano.

En La casa de los espíritus magia y realidad se fusionan, lo inexplicable se vuelve cotidiano, lo mágico es descrito de forma realista, abundan los sueños premonitorios y tanto vivos como muertos conviven en un mismo nivel. Clara, el personaje más fantástico y espiritual, enmudece al ver la autopsia de su hermana, y desde ese momento, adquiere la costumbre de escribir en sus cuadernos de anotar vida, en los que mezcla pasado, presente y futuro.


Según la autora, no son más que elementos imaginarios que exaltan la realidad. Este libro, se transformó en uno de los principales exponentes del Realismo Mágico inaugurado por García Márquez con Cien años de soledad.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (La casa de los espíritus): 1.1. Rasgos temáticos y formales de la nueva narrativa hispanoamericana y su reflejo en La casa de los espíritus

Tras lograr su independencia de la metrópoli los países latinoamericanos comenzaron a mostrar sus distintas realidades en todos los planos, incluida la literatura, lo que dificulta su clasificación para el estudio. De todos modos, en los que a novela se refiere se pueden distinguir, aunque no sin posibles objeciones, varios períodos.

Hasta 1945, la novela se mantuvo anclada en el realismo y naturalismo anteriores, reflejando la realidad americana del momento (los gauchos, la naturaleza inexplorada, la reivindicación de lo indígena, etc.). Sin embargo, a partir de entonces se inicia una renovación con un progresivo alejamiento del enfoque realista y la introducción de lo mágico (el realismo mágico). Asimismo, se introducen innovaciones como la complejidad estructural, el monólogo interior, el desorden cronológico y la ambientación urbana. En la década de los 60 se produce el boom de la literatura hispanoamericana con novelas como Cien años de soledad de García Márquez. La renovación de las técnicas, el realismo mágico y la experimentación con el lenguaje son característicos de esta etapa.


Quince años más tarde, en 1975, se inicia el post-boom, y aquí se encuadra Isabel Allende con su novela La casa de los espíritus. Este momento se caracteriza por la irrupción de las mujeres, y como consecuencia, sus novelas tienen carácter feminista, de denuncia del machismo en la sociedad chilena (bastante patente en La casa de los espíritus). En general, los autores abandonan las extravagancias estructurales y adecúan el lenguaje al público general, a una nueva realidad, pero sin rebajar la calidad de la novela. Se sigue la tradición fantasiosa del realismo mágico (el personaje de Clara es un buen ejemplo), y se da mucha importancia a la sexualidad (la relación de Blanca y Pedro Tercero). Otra característica de esta narrativa que se observa en La casa de los espíritus es el uso de la memoria y el testimonio personal como instrumento de denuncia. En definitiva, La casa de los espíritus  se inserta en la literatura del post-boom, ya que comparte las características de esta.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Luces de Bohemia): 3.2. Los personajes Max Estrella y Don Latino en Luces de bohemia

           En Luces de bohemia aparecen más de 50 personajes a los que Valle-Inclán califica de “enanos o patizambos que juegan una tragedia”. La gran mayoría de los personajes aparecen deformados; sólo se salvan el protagonista Max Estrella, el obrero catalán, y la madre del niño muerto. En estos personajes se mezclan algunos con su verdadero nombre (Rubén Darío), con otros camuflados (Don Gay Peregrino) y algunos completamente inventados.

           Entre todos los personajes destacan dos:

            Máximo Estrella es un personaje que mezcla cobardía, vileza, egoísmo y grandeza. A pesar de ser el reflejo del poeta ciego andaluz Alejandro Sawa, también tiene mucho de autobiográfico. A través de Max, Valle critica la vida bohemia.

          Max se caracteriza por una noble grandeza, ensalzada por el hecho de ser un poeta ciego, al igual que Homero, que puede “ver” aquello que los videntes no. Se observa en él una conciencia crítica con las injusticias sociales y solidaridad con aquellos que las padecen, aunque en algunos momentos actúe de forma egoísta y exista una contradicción entre lo que piensa y lo que hace. Además, es despojado de su dignidad a medida que avanza su vida, e incluso después de la muerte.


          Don Latino es el personaje más esperpéntico de toda la obra, deformado hasta la saciedad, dominado por la inmoralidad, la adulación, el parasitismo y la estafa. En la obra se lo presenta como el perro lazarillo de Alejandro Sawa (Max, de hecho, llama a Don Latino “mi perro” en algunas ocasiones y éste actual como tal). Valga como ejemplo cuando trata de mediar entre Max y el librero como si fuese un perro cobarde que ladra entre las piernas del dueño. Don Latino es, en suma, la mala compañía inevitable que se aprovecha de un gran artista.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Luces de Bohemia): 3.1. Luces de bohemia y la realidad política y social.

        Luces de bohemia se sitúa más o menos en 1920, hacia el final de una de las etapas más convulsas en la historia de España: la “Restauración”. En 1867, Isabel II se había visto obligada a dejar el trono a causa de la revolución de “la Gloriosa” (en la obra aparece una referencia cuando don Latino dice: “Yo fui a París con la Reina Doña Isabel”).

En 1874 se restaura la monarquía en Alfonso XII y se instaura un nuevo sistema político ideado por Cánovas de Castillo, basado en la alternancia del partido conservador y el liberal, con la monarquía por encima de todo. Los resultados electorales estaban pactados y a nivel local, provincial y regional, los caciques controlaban el electorado. Llevarse bien con un cacique equivalía a tener éxito político y el nepotismo estaba a la orden del día.

Esto hizo Maura, el político más nombrado en la obra, con calificativos tales como “charlatán” o “rey del camelo”.  Maura fue especialmente impopular a partir de la Semana Trágica. A esta también se hace referencia cuando el preso catalán dice: “No quise dejar el telar por ir a la guerra y levanté un motín en la fábrica. Me denunció el patrón…”

Cabe destacar también que en la obra se arremete contra el capitalismo y el conformismo burgués en contraste con el pueblo que vivía en condiciones de hambre y miseria, pero que sin embargo no aparece idealizado, sino con toda su degradación moral.


Por último, mencionar también la protesta que se hace contra la represión policial, especialmente patente en la escena en la que muere el niño a consecuencia de una revuelta callejera. Tal como resume Max Estrella: “La Leyenda Negra, en estos días menguados, es la Historia de España”.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Luces de Bohemia): 2.2. Características del esperpento y su reflejo en Luces de bohemia

En Luces de Bohemia (1920), Valle-Inclán utiliza por primera vez el término “esperpento” para referirse a un nuevo género en el que esta obra se incluye. Éste género se caracteriza por una deformación sistemática de la realidad con intencionalidad crítica, utilizar lo grotesco como forma de expresión, y tener doble lectura: una más superficial y otra profunda en la que se capta la intencionalidad crítica.

Para conseguir los rasgos anteriores se emplean varios recursos. Uno de ellos es crear contrastes violentos como en el entierro de Max Estrella (contraste entre lo doloroso y lo grotesco). También se presentan personajes extraordinarios (como los bohemios) como si fuera común encontrarse con ellos.

Existe también una tendencia a la igualación prosopopéyica: se produce una nivelación entre humanos y animales. Los primeros se animalizan y los segundos se humanizan. Un buen ejemplo es el comienzo de la Escena II, en la cual aparece Zaratustra conversando con el loro, el gato y el perro (animalizándose) y más tarde el loro grita “Viva España!”, humanizándose. También aparece la muerte con  su función niveladora.

Tal vez el rasgo del esperpento que más se distancia del modernismo, es el uso prioritario del habla popular, mezclada con el lenguaje culto modernista que Valle no abandona por completo.


Otros rasgos característicos del esperpento son la presencia de numerosos personajes (más de 50 en Luces de Bohemia), los continuos cambias de espacio y tiempo, el diálogo con respuestas cortas, cierto sarcasmo cruel y una gran calidad pictórica en las acotaciones haciendo uso de la frase nominal (luz de acetileno, mostrador de cinc…).

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