Al inicio de la
Segunda Guerra Mundial, en compensación por el apoyo que le habían bridado en
durante la Guerra Civil, España mostró su apoyo a las potencias del Eje, aunque
debido a su incapacidad de entrar en guerra, declaró la neutralidad. Ramón Serrano
Súñer, cuñado de Franco y Ministro de Asunto Exteriores, desempeñó un papel
predominante en las relaciones con estas potencias.
Sin embargo, la victoria alemana
sobre Francia en 1940 motivó el paso de la neutralidad a la no beligerancia ya
que parecía evidente que las potencias del Eje ganarían la guerra. Esto suponía
un claro apoyo diplomático y económico. Francia y Alemania sondearon las
posibilidades de integración de España en la guerra pero las enormes exigencias
de Franco (económicas y territoriales)
hicieron que esto no sucediera. En cambio, sí que se envió material
estratégico (wolframio) y aprovisionamientos, además de una unidad de
voluntarios (División Azul) que luchó con la URSS y unos 10500 españoles
enviados a trabajar a Alemania.
En octubre de 1943 la guerra
comenzó a decantarse del lado de los aliados y Gran Bretaña y EEUU presionaron
a España para que retirase su apoyo al Eje, a lo que accedió finalmente
retornando a la estricta neutralidad.
El fin de la Segunda Guerra
Mundial supuso para España una etapa de aislamiento y rechazo internacionales,
que se pusieron de manifiesto a lo largo de los años 1945 y 1946, cuando las
recién creadas Naciones Unidos condenaron al régimen dictatorial, recomendaron
la retirada de embajadores de Madrid y Francia cerró la frontera. Todas estas
maniobras fueron presentadas dentro de España como una estrategia para
desprestigiar al régimen y forzar una nueva Guerra Civil.
La supervivencia del franquismo,
un régimen fascista, tras la Segunda Guerra Mundial tuvo enormes costes
económicos y políticos. España quedó aislada del exterior y como consecuencia
recibió pocas ayudas en términos comparativos y no pudo beneficiarse del Plan
Marshall. Además, fue excluida de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte, creada en 1949.
Con el inicio de la Guerra Fría
la situación internacional cambió radicalmente. Ahora EEUU veía a España como
un aliado en la lucha contra el comunismo, por lo que rebajó la presión para
democratizar al régimen en vistas a
mejorar las relaciones. En 1947, EEUU se negó a imponer más sanciones y en 1950
se revocó el acuerdo de retirada de embajadores de la ONU.
Para adaptarse a la nueva
situación y favorecer sus relaciones con las potencias occidentales Franco,
sabedor de que su pervivencia dependía de alejarse del fascismo, procedió a una
remodelación del gobierno alejando a falangistas y dando más peso a católicos
no tan comprometidos con las acciones autoritarias como Luís Carrero Blanco,
que fue nombrado subsecretario de la presidencia.
El definitivo reconocimiento
internacional del régimen llegó con los acuerdos con Estados Unidos y el
Vaticano. Por el concordato con la Santa Sede, España se comprometió a
reconocer explícitamente la confesionalidad del Estado y dotar de un alto
estatus a Iglesia Católica a cambio de que el Vaticano reconociese al régimen.
El acuerdo con EEUU abarcaba aspectos de carácter defensivo y económico. Ambos
países se comprometían a la ayuda mutua en caso de conflicto, los
estadounidense obtenían el derecho a establecer bases militares en España
(Rota, Torrejón…), y España recibió material bélico y ayuda económica y bélica,
así como para regularizar sus relaciones diplomáticas y comerciales.
En 1962, España solicitó el
acceso a la CEE, pero le fue denegado por no ser un Estado democrático. No
obstante, en 1972 consiguió un acuerdo preferencial por el que se redujeron
notablemente los aranceles.
Además, España también participó
en el proceso de descolonización africano. En 1956, Francia pactó el
reconocimiento de la independencia de la zona francesa del protectorado
franco-español. España se vio obligada a hacer lo propio a pesar de las
protestas militares. En 1968, bajo presión de la ONU y los nacionalistas
ecuato-guineanos, se vio también obligada a abandonar la Guinea Ecuatorial, y
en 1969 se cedió a Marruecos el territorio de Ifni.
Ya hacia el final de la vida de
Franco, España tuvo que afrontar el nuevo conflicto del Sáhara Occidental,
territorio deseado por Argelia, Marruecos y Mauritania. En octubre de 1975, el
rey de Marruecos con el apoyo de los EEUU, que temían una expansión de la
Argelia socialista, procedió a la invasión pacífica del Sáhara Occidental
(Marcha Verde). Para evitar un nuevo conflicto bélico, España optó por
claudicar y ceder el territorio a Marruecos y a Mauritania por medio del
Acuerdo de Madrid. Actualmente, la zona sigue en conflicto entre el Frente
Polisario y Marruecos.