miércoles, 29 de junio de 2016

PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 3.1. El lenguaje poético de Miguel Hernández: símbolos y figuras retóricas más destacadas

Las influencias tradicionales y vanguardistas de las que bebe Hernández lo conducen a la creación de un estilo muy particular caracterizado por una gran espontaneidad, un lenguaje complicado y culto, por lo general discreto salvo durante la Guerra, que tiende a la claridad y la concisión en su última etapa.

Los símbolos que emplea evolucionan a lo largo de su obra. La luna, inicialmente aparece como tal, para decantarse hacia un sentido negativo de fatalidad. En su segunda etapa, el rayo, lo punzante, junto con cuchillos, navajas, puñales, etc., hace aparición como manifestación del dolor y la pena amorosa. El toro simboliza la virilidad cuando se encuentra en libertad, y el destino fatal abocado al dolor en el caso de la lidia. Asimismo, en la poesía épica se opone al buey, símbolo peyorativo de humillado. El viento se usa inicialmente con valor denotativo, pero evoluciona hasta la imagen de la mujer deseada, la fuerza del pueblo (tercera etapa) y por último es visto como rencor u odio. La tierra simboliza la naturaleza, la sepultura del hombre y al mismo tiempo su cuna. Por último, luz y sombra aparecen de la mano con vida/muerte y esperanza/frustración.

En cuanto a las figuras poéticas, su primera etapa se caracteriza por la predilección por lo gongorino. El gusto por las repeticiones resulta en ráfagas de anáforas, anadiplosis, epanadiplosis y polípote. Durante la etapa bélica su poesía tiende a la oralidad para alentar a los combatientes con apóstrofes, imperativos, interrogaciones (directas, indirectas o retóricas…).

La poesía hernandiana presente una sujeción la métrica clásica, por un lado a estructuras cerradas rígidas como la octava real y por otro a estrofas como el romance. En su tercera etapa también innova al probar el polimetrismo y el verso blanco. Tras la crisis de 1935 experimenta con el versolibrismo y ya en su última etapa tiende a los poemas breves de versos cortos.


En definitiva, el lenguaje poético de Miguel Hernández (estilo, símbolos, métrica y figuras retóricas), evoluciona a lo largo de su obra para adaptarse a las nuevas intencionalidades del autor. 

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 2.3 La vida y la muerte en la poesía de Miguel Hernández

Miguel Hernández, en Cancionero y romancero de ausencias, sintetizaba la existencia de la siguientes manera: “Llegó con tres heridas:/ la del amor,/ la de la muerte,/ la de la vida”. Su obra recoge todas las etapas de la vida, desde los balbuceos hasta el choque con la muerte que acecha, pasando por el despertar de la sexualidad y la lucha por los ideales.

Poéticamente, vida y muerte se aúnan en dos sentidos: uno existencialista (por ejemplo, “el hombre es un ser nacido para morir”), y otro en el sentido solidario de muerte-semilla (“El herido”). Tras una primera etapa de canto entusiasta a la vida, la tragedia de su destino lleva al abrazo definitivo de vida y muerte en sus últimos poemas.

La mujer que proporciona vida, el vientre materno en el cual se funden vida y muerto, son motivos recurrentes en la obra hernandiana. Eros y thánatos van de la mano para perpetuar la especie humana. La vida de los humanos se entiende aquí como semilla germinadora de una nueva vida.

La visión de la muerte en el oriolano no nos lleva al nihilismo, ni a creencias en el más allá (salvo su etapa católica). Esta es vista como la prolongación del ser en la especie. El cementerio, los muertos y los esqueletos son símbolos de esa permanencia de la especie humana.

Dos símbolos representan el sentido trascendente y regenerador de la vida: los huesos y la lluvia. A lo largo de su vida poética, los huesos evolucionan a partir de la imagen de la muerte, pasando por ser los centros del impulso erótico (“Imagen de tu huella”), y simbolizar el empuje de los combatientes hasta llegar a la muerte de la etapa carcelaria.

La lluvia, comienza designando una realidad natural, en la etapa amorosa pasa a ser el amor, durante la guerra se utiliza en descripciones exaltadas del esfuerzo, y finalmente contribuye al florecer de la muerte (imagen anticipada en la Elegía a Ramón Sijé).


En conclusión, vida y muerte aparecen íntimamente ligados en la poesía hernandiana, de tal manera que una forma parte de la otra y viceversa, son dos conceptos indisolubles que acompañan a la existencia del ser humano.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 2.2 El compromiso social y político en la poesía de Miguel Hernández

La poesía de Miguel Hernández es especial en tanto que su perspectiva respecto a los problemas sociales cambia drásticamente a lo largo de su obra. Existe un primer periodo en el trabajo y abnegación son considerados como el camino para alcanzar a Dios, y se critican los actos revolucionarios de campesinos así como el anarquismo y el comunismo.

Sin embargo estos postulados van desapareciendo a medida que se impone su adhesión con el necesitado y el poeta vive los acontecimientos políticos de Madrid, llevándolo al lado del más débil. De este modo, abandona la poesía pura y católica y se decanta hacia una poesía comprometida con las protestas sociales, con la libertad y con la defensa de los valores humanos.

Con la Guerra Civil, esta poesía está fuertemente cimentada. A pesar de esto, los dos libros de esta etapa son muy distintos. Viento del pueblo constituye la faceta optimista, combativa y entusiasta, desarrollando una poesía de urgencias de estilo claro y directo que llega a la gran masa de público humilde. El hombre acecha es, por el contrario, la faceta pesimista, el grito desalentador ante la inminente derrota republicana y el funesto panorama de España. Los versos son lentos, dolorosos y casi prosaicos. No obstante, el libro se cierra con una magnífica petición de esperanza (“Canción última”).

Una de las facetas más logradas de Hernández fue su preocupación por las condiciones laborales, la explotación de los asalariados, la pobreza y el hambre. Su poesía social sintetiza el dolor compartido y arremete contra la injusticia capitalista. Tras su viaje a la URSS (1937), aparecen poemas de alabanza hacia la política comunista, así como poemas dirigidos a sus amigos republicanos por su resistencia. Esta labor propagandística contribuyó, cuando conectó la cosmovisión del poeta, a la recuperación de la autonomía de su voz.


En definitiva, si se entiende por poesía social aquella que vela por los derechos de los desamparados por la sociedad, es necesario afirmar que la poesía hernandiana recoge un profundo contenido de calado social, estrechamente relacionado con los orígenes humildes del poeta.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 2.1 Temas poéticos de Miguel Hernández

La poesía del poeta oriolano Miguel Hernández, fruto de las influencias tradicionales (populares y cultas) y contemporáneas que recibió el poeta gira entorno a una serie de temas: naturaleza, amor, vida, muerte, amistad y exaltación social.

La infancia aldeana de Hernández determina su predilección por la naturaleza, presentada de modo hiperrealista en sus primeros poemas (“Contemplad”). En su tercera etapa, la tierra y las labores agrícolas sirven de marco para la reivindicación social. Finalmente, la naturaleza aparece en su etapa intimista como locus amoenus donde se entrelazan los enamorados (“El vals de los enamorados”).

El amor aparece desde dos perspectivas en su obra. Por un lado, el amor-dolor característico de El rayo que no cesa. Aquí es vivido como tortura y dolor, no por no ser correspondido, sino por no poder ser gozado sexualmente. Por otro lado, el amor-esperanza que domina en su etapa carcelaria, un amor a su mujer como esposa y como madre. Su hijo será visto como el germen de un futuro esperanzador que lo llevará al amor-alegría.

Vida y muerte aparecen unidas estrechamente. El poeta oriolano se siente cómodo hablando de la muerte, a la que entiende como una parte real de la vida, parte inexorable de la naturaleza del hombre. Buena prueba de esto son sus elegías a Gabriel Miró, García Lorca y la considerada como una de las mejores en lengua hispana: la elegía a Ramón Sijé. El tema de la muerte también está muy presente en El hombre que acecha (“Es sangre, no granizo”).

La amistad es un tema cercano al anterior y muy presente en la obra de Hernández, en la que encontramos poemas panegíricos y odas dirigidas a amigos, maestros y compañeros (como Neruda y Vicente Aleixandre).

Finalmente, la exaltación social se hace evidente en su poesía impura de ruptura con los valores religiosos y las trabas sociales de la aldea. De esta rebelión nace su vitalismo personal que lo empujará a las reivindicaciones sociales y a la lucha por los ideales.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 1.2 Trayectoria poética de Miguel Hernández: la evolución de su poesía

La producción del poeta oriolano Miguel Hernández Gilabert es corta en el tiempo (apenas abarca una docena de años: 1929-1941). Esta evoluciona hacia la creación de un mundo poético propio atravesando diferentes etapas creativas y vitales, que suelen dividirse en cuatro:

La etapa oriolana, abarca desde 1929 hasta 1934. En ella, el autor se fija en la naturaleza, que le inspira poemas de adolescencia plagados de sensualidad pagana, bucolismo estilizado y sensoriedad. Ante la necesidad de una disciplina formal se inspira en Góngora y su poesía pura, y entresaca su primer libro, Perito en lunas (1933), caracterizado por el desbordamiento de la imaginación, y las difíciles adivinanzas poéticas que en realidad versan sobre asuntos cotidianos.

En la segunda etapa (1934-1936) se incluyen dos nuevos libros. En 1936 publicará su obra maestra El rayo que no cesa, de estética neorromántica. El centro del libro es un amor trágico: sus ansias vitales, de goce erótico, chocan contra la rígida moral aldeana. Entre los sonetos amorosos se alza la espectacular “Elegía a Ramón Sijé”. En esta etapa se decanta hacia una poesía impura (el ciclo de “Sonreídme” y “Odas”), abandonando su visión católica inicial. Da comienzo su ímpetu social y hace uso de una mayor libertad expresiva.

Con el comienzo de la Guerra su poesía se pone al servicio de la lucha, adoptando un lenguaje más directo, al alcance de todos. En 1937 aparece Viento del pueblo de tono épico. Es una poesía que da protagonismo a lo colectivo y a los valores éticos, una poesía profética y optimista (p.e. el poema “Sudor”). Sin embargo, en El hombre acecha (1939), aparece el dolor por la Guerra, la derrota republicana es inminente y predomina el pesimismo (p.e. “El tren de los heridos”).


En la cárcel alcanzará su segunda cima poética con el Cancionero y romancero de ausencias en el que alcanza momentos de máxima desnudez. Es un diario de su vida, abocada a una fatídica extinción y sufriente de las ausencias, que constituye la definitiva rehumanización de su poesía (“Nanas de la cebolla”).

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PAU CASTELLANO LITERATURA (Miguel Hernández): 1.1. Tradición y vanguardia en la poesía de Miguel Hernández

El oriolano Miguel Hernández, se mostró abierto a todas las influencias literarias desde bien joven: la poesía tradicional en sus etapas más tempranas, los escritores clásicos durante su aprendizaje y también sus contemporáneos más afamados. De esta variada influencia, nace un estilo que lo conducirá a la creación de un mundo poético propio. Los reflejos de estas influencias en su obra son los siguientes:

En su primera etapa se siente influido el costumbrismo regionalista, al que añade sentimentalismo, intimismo y complejidad (“¡En mi barraquita!” [7] p.15). A esto se añade su identificación vital con la naturaleza, realista pero presentada desde la óptica mística de San Juan. El Rayo que no cesa (1936) es una reelaboración pagana y sensual de la poesía sanjuanesca, el petrarquismo de Garcilaso y el pesimismo de Quevedo. Garcilaso y su amor cortés influirán en su poesía amorosa de la preguerra, pero el poeta más alabado por Hernández será Góngora, de cuya influencia nacerá Perito en Lunas (1933), ejemplo de poesía ultrapurista. De los poetas románticos (Bécquer, Espronceda y Zorrilla) tomará su tono épico, revitalizado en Viento del pueblo (1937).

En cuanto a sus contemporáneos, su poema “Pastoril” es un ejemplo de imitación del modernismo de Rubén Darío. Sin embargo, a quien más admira por su fina sensibilidad, es a Juan Ramón Jiménez, cuya nostalgia es evidente en “Eternidad” y “Piedras Milagrosas”.


Respecto al vanguardismo, simplemente se acerca al surrealismo en algunas ocasiones, como Perito de Lunas, con cierto grado de irracionalidad surrealista, el poema “Guerra”, que recuerda a las sensaciones captadas por Picasso en el Guernica y la época de El rayo que no cesa, que es la etapa central de sus incursiones surrealistas (el poema “Sonreídme”). Con el estallido de la Guerra Civil, esta técnica carece ya de interés para Hernández, que la abandonará en favor de la poesía popular, de gran claridad expositiva. 

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PAU CASTELLANO LITERATURA (La casa de los espíritus): 3.2. Aspectos políticos y sociales reflejados en La casa de los espíritus

La casa de los espíritus narra la historia de los Trueba-Del Valle, una poderosa familia de terratenientes latinoamericanos, cuyo patriarca construirá de la nada un imperio privado que acabará por derrumbarse lentamente a medida que pasa el tiempo y la sociedad se alborota. Según la autora, esta familia pretende plasmar todos los rasgos de la América Latina.

Los Trueba son una  metáfora de la misma historia de Chile; su historia, se articula sobre los sucesos históricos de este país. En la primera parte de la novela, se plasman los rasgos sociales de Chile. La familia protagonista actúa como modelo de familia acomodada y entre sus vivencias se entretejen historias asombrosas. Por medio de Esteban Trueba y su vida, se plasman las distintas realidades sociales de nobles y pobres. Los segundos, los campesinos, viven en una terrible desorganización, pero aspiran a cambiar esas condiciones. Mientras, en la ciudad, existe una clara separación entre barrios ricos y barrios obreros, donde las ideas revolucionarias arraigan.

En la segunda parte, los sucesos históricos se imponen y  orquestan el devenir de los Trueba. La familia comienza a zozobrar a cause de muchísimos sucesos y desavenencias ideológicas que quedan plasmados en la obra: el malestar social, las elecciones, la llegada del presidente obrero, el golpe de Estado, la muerte del presidente y  la dictadura de Pinochet...


La censura, que abarcará todos los ámbitos de la vida, también se hace hueco en la caracterización de esta realidad política, que afectará incluso a la misma autora del relato que nos ocupa, exiliada a Caracas junto con su familia. Allí comenzó a escribir una carta a su abuelo que derivaría en esta novela, publicada en 1982, que entraría en Chile gracias al contrabando y haría estallar el fenómeno Allende.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (La casa de los espíritus): 3.1. Análisis de los protagonistas de La casa de los espíritus

La casa de los espíritus narra los acontecimientos que suceden en el seno de la familia Trueba-Del Valle. Es una novela feminocéntrica (nos encontramos ante cuatro generaciones de mujeres) aunque en el seno de una sociedad patriarcal. El simbolismo está presente en todos los elementos de la obra, incluidos los personajes. Los principales, los analizaremos a continuación.

         Clara es el principal personaje femenino de la obra. Simboliza la fantasía, la magia, el Más Allá, como indica su afición a la adivinación, la telequinesis y la comunicación con fantasmas. Es el nexo de unión entre los miembros de la familia a pesar de encontrarse siempre en un mundo distante.

        Esteban Trueba es el principal personaje masculino y simboliza el orgullo, la ambición y la ira. Tiene problemas para contener su apetito sexual, por lo que viola a muchas muchachas. En sus últimos años de vida, la relación con su nieta Alba apaciguará su carácter.

       Blanca, la hija de ambos, simboliza la pasión. Es por esto que durante toda su vida mantendrá una relación amorosa con Pedro Tercero García, que será incapaz de abandonar a pesar de las incontables dificultades.

       Pedro Tercero simboliza los ideales y durante toda su vida se dedicará a propagar las ideas de igualdad y derechos entre los trabajadores, primero en Las Tres Marías, y más tarde como cantante en la ciudad. Este personaje está inspirado en el cantante Víctor Jara.

        Alba, hija de Blanca y Pedro, simboliza la valentía. Según Clara, está bendecida por las estrellas. Se criará íntegramente en la Casa de la Esquina, por lo que establecerá estrechos lazos con el resto de miembros de su familia.

         Jaime y Nicolás, mellizos, son también hijos de Clara y Esteban. Simbolizan la intelectualidad y la locura o la insensatez, respectivamente.

     Aparte de estos, otros personajes como Severo y Nívea del Valle, la Nana, Rosa, Barrabás, Amanda, Miguel… sirven de apoyo, conformando el marco social de aquel Chile.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (La casa de los espíritus): 2.1 El "realismo mágico" y La casa de los espíritus

El término “Realismo Mágico” surgió entre 1920 y 1930 para definir el estilo de los pintores germanos de la postguerra. En el ámbito de la literatura, es un género que combina elementos fantásticos y fabulosos con el mundo real, sin que exista una clara frontera entre ambos, mezclándolos, haciendo pasar lo asombroso por real y lo real por asombroso.

A partir de mediados del siglo pasado, la narrativa latinoamericana alza la vista más allá del regionalismo naturalista, avistando revoluciones culturales y políticas que, combinadas con el vanguardismo europeo, el psicoanálisis y la preocupación existencial, constituyen el caldo de cultivo ideal para el crecimiento del Realismo Mágico en Latinoamérica.

Este modo de ver y contar la realidad, se hace especialmente patente en la primera parte de La casa de los espíritus, aunque lo fantástico sirve principalmente para remarcar la importancia de lo real. Allende afirma que su novela valora por igual lo subjetivo y lo objetivo, el sueño y la vigilia. Su continente, donde ocurren hechos extraordinarios todos los días, es fuente de un material valiosísimo para un escritor de Realismo Mágico, que sin embargo, alerta, no se debe confundir con el exotismo americano.

En La casa de los espíritus magia y realidad se fusionan, lo inexplicable se vuelve cotidiano, lo mágico es descrito de forma realista, abundan los sueños premonitorios y tanto vivos como muertos conviven en un mismo nivel. Clara, el personaje más fantástico y espiritual, enmudece al ver la autopsia de su hermana, y desde ese momento, adquiere la costumbre de escribir en sus cuadernos de anotar vida, en los que mezcla pasado, presente y futuro.


Según la autora, no son más que elementos imaginarios que exaltan la realidad. Este libro, se transformó en uno de los principales exponentes del Realismo Mágico inaugurado por García Márquez con Cien años de soledad.

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PAU CASTELLANO LITERATURA (La casa de los espíritus): 1.1. Rasgos temáticos y formales de la nueva narrativa hispanoamericana y su reflejo en La casa de los espíritus

Tras lograr su independencia de la metrópoli los países latinoamericanos comenzaron a mostrar sus distintas realidades en todos los planos, incluida la literatura, lo que dificulta su clasificación para el estudio. De todos modos, en los que a novela se refiere se pueden distinguir, aunque no sin posibles objeciones, varios períodos.

Hasta 1945, la novela se mantuvo anclada en el realismo y naturalismo anteriores, reflejando la realidad americana del momento (los gauchos, la naturaleza inexplorada, la reivindicación de lo indígena, etc.). Sin embargo, a partir de entonces se inicia una renovación con un progresivo alejamiento del enfoque realista y la introducción de lo mágico (el realismo mágico). Asimismo, se introducen innovaciones como la complejidad estructural, el monólogo interior, el desorden cronológico y la ambientación urbana. En la década de los 60 se produce el boom de la literatura hispanoamericana con novelas como Cien años de soledad de García Márquez. La renovación de las técnicas, el realismo mágico y la experimentación con el lenguaje son característicos de esta etapa.


Quince años más tarde, en 1975, se inicia el post-boom, y aquí se encuadra Isabel Allende con su novela La casa de los espíritus. Este momento se caracteriza por la irrupción de las mujeres, y como consecuencia, sus novelas tienen carácter feminista, de denuncia del machismo en la sociedad chilena (bastante patente en La casa de los espíritus). En general, los autores abandonan las extravagancias estructurales y adecúan el lenguaje al público general, a una nueva realidad, pero sin rebajar la calidad de la novela. Se sigue la tradición fantasiosa del realismo mágico (el personaje de Clara es un buen ejemplo), y se da mucha importancia a la sexualidad (la relación de Blanca y Pedro Tercero). Otra característica de esta narrativa que se observa en La casa de los espíritus es el uso de la memoria y el testimonio personal como instrumento de denuncia. En definitiva, La casa de los espíritus  se inserta en la literatura del post-boom, ya que comparte las características de esta.

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